Crítica /UN AUTÉNTICO CAMPANELLA, AUNQUE MÁS OSCURO Y VIRTUOSO
- Albert Harari
- 15 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 may 2021
Crítica - "El secreto de sus ojos" (2009), de Juan José Campanella.
Alberto Harari

Difícil será poder superar a este último filme de Juán José Campanella cuando haya que decidir cuál ha sido el éxito nacional del año. "El secreto de sus ojos" resulta una altísima apuesta de su director, quien ya había demostrado su oficio con la laureada "El hijo de la novia" y la melancólica "Luna de Avellaneda". Su solidez profesional, su capacidad como narrador y como director de actores, su facilidad para los diálogos y su manejo del humor costumbrista lo colocan entre los directores contemporáneos que sabe cómo entretener con su cine, además de hacer pensar y, principalmente, emocionar.
Esta vez, más cerca de su ópera prima "El mismo amor, la misma lluvia" (más que nada por su dúo protagónico y por contar una historia que transcurre durante varios años) Campanella se atreve a tomar como base una novela de Eduardo Sacheri, reemplazando la linealidad de sus obras anteriores por un relato complejo y fragmentado, donde el prodigioso trabajo con la cámara resulta uno de sus puntos más altos.
Es el final de los 90´s. Benjamín Espósito (Ricardo Darín), secretario de un Juzgado de Instrucción de la Ciudad de Buenos Aires, está por retirarse y decide escribir una novela basada en un caso policial que lo conmovió treinta años antes, del cual fue testigo y protagonista. Su obsesión con el brutal asesinato de una joven y bella mujer, ocurrido en 1975, lo lleva a revivir aquellos años, trayendo al presente la violencia del crimen, además de una profunda historia de amor imposible con su compañera de trabajo, Irene (Soledad Villamil), a quien ha deseado en silencio durante años. La novela que escribe Espósito nos hace recorrer los años 70, cuando en la Argentina se vivían épocas violentas, el aire estaba enrarecido y nada era lo que parecía ser.
Estamos ante una película que mezcla varios géneros, pero que apunta especialmente a un policial negro, con tintes románticos, costumbristas, políticos, dramáticos y hasta humorísticos. Por ello, para esto último, la inclusión de un Guillermo Francella caracterizado sin su clásico bigote, resulta primordial, porque como amigo entrañable del protagonista aporta mucho a los momentos desopilantes, pero también a uno muy especial, cargado de dramatismo.
Hay grandes momentos a lo largo de esta historia cinematográfica, y uno muy especial resulta la secuencia en la cancha de Huracán, donde una persecución a pie es tomada por la cámara con una vertiginosidad inusual en nuestro cine.
Las actuaciones son notables: la gran química entre Darin y Villamil resulta intachable, y ambos están estupendos. Francella y, sorprendentemente, Pablo Rago (como el viudo de la mujer asesinada) brillan en sus roles. Hay dos secundarios que con muy poco aportan muchísmo: Mario Alarcón y José Luis Gioia. Todo el aspecto formal es excelente, más que nada por las reconstrucciones de época, incluyendo música, fotografía y dirección artística.
Como frutilla de postre, el engañoso final da una última sorpresa que sorprenderá a todos, puesto que el más avezado de los espectadores seguramente no podrá adivinar el desenlace preparado por su director. Lamentablemente, esta sopresa no resulta ser la última escena del filme, y Campanella insiste con un epílogo más cercano al conflicto romántico que al policial, éste último mucho más desarrollado en toda la trama.
Al margen, "El secreto de sus ojos" se posiciona como un denso policial, un crecimiento en la filmografía de un Campanella más arriesgado (hasta ahí) y claramente más virtuoso en el arte de narrar audiovisualmente.
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