Crítica/ PEQUEÑA JOYA, MESURADA Y DEMOLEDORA
- Albert Harari
- 22 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Crítica – “Never, rarely, sometimes, always” (2020), de Eliza Hittman
Alberto Harari

Filme norteamericano independiente de la diectora Eliza Hittman ("Beach rats") que, sin estridencias, presenta las vicisitudes que debe atravesar una adolescente de 17 años que advierte su embarazo no deseado. Estamos en Pennsylvania, un estado del noreste de EE.UU., y nuestra protagonista, Autumn (que significa Otoño, muy acorde con su rostro apático y entristecido), es mostrada en un entorno escolar, laboral y familiar no muy amigables.
La película arranca con ella cantando en el escenario de un festival del colegio mientras desde la platea uno le grita "Puta!" y otro le hace la mímica de la fellatio.
En el supermercado donde trabaja como cajera junto a Skylar, su prima, su superior les besa babosamente la mano cada vez que le rinden la caja al final del día; y en su casa, conviviendo con sus padres y sus tres hermanas, tampoco la vemos fluir cómodamente en ese entorno.
En el pueblo donde vive decide asistir a una oficina donde, en vez de ayudarla con su deseo de abortar, parecen influenciarla para darlo en adopción.
El objetivo de la jovencita es sacarse ese bebé de sus entrañas: ella (¿o la realizadora del filme?) no ve un presente ni un entorno favorables para llevar adelante un embarazo, y no en vano se nos ha presentado su desamparada realidad en los primeros minutos del filme, en todas las escenas iniciales.
Es por ello que el objetivo es viajar a Nueva York a escondidas y proceder con la interrupción del embarazo. Ella y su prima emprenderán juntas el viaje. Con la dirección de una clínica anotada en un papel y sin dinero para pagar un hotel, las dos chicas se sumergirán en una ciudad que desconocen, afrontando las vallas que se intempondrán en el camino.
Ganadora del Premio Especial del Jurado en el último Festival de Sundance, "Never, rarely, sometimes, always" no es concesiva ni con sus protagonistas ni con el espectador .
La historia transcurre casi como documentando los pasos abordados por Autumn y Skylar para lograr su objetivo, y lo bueno del filme es que no es explicativo; no sabemos de quién ha quedado embarazada o lo que siente nuestra protagonista; se apela a que el espectador perciba el presente de Autumn sin diálogos esclarecedores ni verbalización de sensaciones o sentimientos. Para el espectador convencional probablemente "no pase nada", acostumbrados, tal vez, a tramas más intrincadas. Aquí no la hay y en ello, paradójicamente, recae la grandiosidad de esta obra: mostrar la complejidad del tema con simpleza narrativa.
Párrafo aparte merecen los hombres del filme: son todos presentados como seres humanos menos o más despreciables: por un lado, el padre, cuya actitud es fría y prácticamente ausente, al menos por lo que vemos de él en un par de escenas, donde se porta como un tarado con su hija (además, lo escuchamos decir frente a su esposa e hijas "En esta casa la única que me quiere es ella", mientras acaricia a su perra); por otro, los compañeros de clase que le hacen bullying y el encargado del supermercado que las acosa sexualmente. En la gran ciudad tampoco la figura masculina es de apreciar: el joven que conocen en el micro, si bien se muestra agradable, les ofrece ayuda pero solicitando "algo" a cambio; y hasta el vendedor de boletos de la estación les responde de modo antipático.
Ganadora del Premio Especial del Jurado en el último Festival de Sundance, "Never, rarely, sometimes, always" no es concesiva ni con sus protagonistas ni con el espectador y muestra sin eufemismos y con cierta frialdad la dura realidad del embarazo adolescente no deseado. No en vano el título refiere a las frías respuestas posibles del test al que es sometida la joven para ser admitida en la clínica. Ese estilo gélido y la singular austeridad de la narración son las que ungen a esta obra como una pequeña joya tan mesurada como demoledora.
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